Las relaciones y las experiencias con los iguales son imprescindibles para el buen desarrollo de niños y adolescentes. Uno de los indicadores de ajuste emocional en la infancia es la habilidad para relacionarse satisfactoriamente con sus iguales, sobre todo en el ámbito escolar, donde encuentran la segunda red principal de socialización. Pero al igual que ocurre en todas las relaciones humanas, pueden existir conflictos entre pares, los cuales pueden tener un efecto positivo o negativo para las personas.
El acoso escolar (también conocido como “Bullying”) es un fenómeno que ha ocurrido desde siempre. Sin embargo, en los últimos años ha ido creciendo su interés y preocupación debido al aumento de su prevalencia y a los resultados que señalan las trágicas consecuencias que tiene para la salud mental del menor ser víctima de acoso. Llegando a convertirse en un problema de preocupación mundial.
Diversos estudios muestran que las víctimas del acoso suelen carecer de habilidades interpersonales eficaces. Este déficit de habilidades sociales y asertivas incide negativamente en su ajuste personal, escolar y social, incrementando su vulnerabilidad para ser acosados y ciberacosados por sus pares (Navarro, Ruiz-Oliva, Larrañaga, & Yubero, 2015). Según Cervantes (2015), el alumnado que participa en bullying tiene dificultades para comunicarse asertivamente, ser empático con sus pares, iniciar y mantener conversaciones y poner en práctica diferentes formas de resolver situaciones sin hacer uso de la agresión.
Trabajar la empatía, la asertividad, aumentar las habilidades sociales, así como la educación emocional, además de educar en la no violencia y en la tolerancia a la diversidad cultural, son consideradas estrategias muy eficaces a la hora de prevenir el acoso escolar (Save the Children, 2016).
Por todo esto, en necesario destacar la importancia de la inteligencia emocional según la describió Ruben Bar On, es decir de las habilidades para reconocer, entender y utilizar las emociones, de relacionarse con otras personas, adaptarse a los cambios, resolver problemas de naturaleza personal e interpersonal, y de afrontar eficientemente las demandas y desafíos de la vida diaria (Bar- On, 2006) en el desarrollo de los más pequeños. Así mismo, existe evidencia de que los alumnos que alcancen un nivel elevado en el dominio de estas competencias serán capaces de establecer y mantener más lazos afectivos con los demás durante la etapa escolar, mientras que aquellos que no consigan desarrollarlas presentarán más dificultades de adaptación, posibilidad de sufrir rechazo social y se verán afectados todos los ámbitos de su vida diaria como pueden ser: la familia, la escuela y el entorno social (Inglés, Torregrosa, García-Fernández, Martínez-Monteagudo, et al., 2014).
Consideramos que la Inteligencia Emocional podría convertirse en una variable protectora frente al acoso escolar en las aulas, colaborando con la reducción de los casos de acoso al permitir una mejor gestión y expresión emocional.
Es por ello, que en nuestro centro hemos puesto en marcha un taller de Inteligencia Emocional, con sesiones de 1 hora 30 minutos en los que comenzaremos por observarnos, por poner nombre a aquello que reconocemos: miedo, ira, tristeza, alegría…y paralelamente, trabajaremos aspectos tan necesarios como la empatía, autoestima, resiliencia, asertividad, etc. En grupo reducido de un máximo de 12 niños/as y mediante dinámicas, trabajo grupal y de un modo vivencial y participativo.
¿Qué piensas de reforzar la Inteligencia Emocional en tus hijos? ¿Lo ves tan importante como nosotras?
2 comentarios
Artículo muy interesante! Bravo!!
Muchas gracias Carlos, gracias por tu comentario!!!! Un saludo y Feliz Año